OPINIÓN
Rafael del Rosal |
Actualizado miércoles 27/10/2010 19:17 horas
Parece inevitable que el debate del nuevo Estatuto General de la Abogacía aborde los intentos de reformar la actual e inveterada prohibición al abogado de defender intereses contrapuestos, para permitir a los despachos lo que en el argot más cool de la abogacía anglosajona de los negocios se viene denominando Muralla China.
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